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LA GUÍA PARA PADRES CON ADOLESCENTES DESATENTOS Ana María Álvarez Sánchez (Psicóloga sanitaria) Col Nº M-09259

LA GUÍA PARA PADRES CON ADOLESCENTES DESATENTOS  Ana María Álvarez Sánchez (Psicóloga sanitaria)  Col Nº M-09259

Los adolescentes desatentos tienen una intensa  dificultad para prestar atención dirigida y controlable.

 Los adolescentes desatentos no interiorizan la realidad como cualquier otro chico. Pierden mucha información en el camino. Sin embargo, están cargados de tensión, dolor, indefensión y frustración. Se sienten solos y sin recursos para poder hacer frente las demandas que se les exigen.

Hay que entender que su percepción es caótica, es desordenada y está alterada. Por tanto, su conducta responde a su percepción. Su capacidad de interiorizar la pauta es lenta y difusa. Pierde el detalle y el matiz. Hay que repetir con modelado y con rutina para que vaya adquiriendo una estructura adaptativa. Posiblemente no verá lo que nosotros vemos, pero será capaz de hacer las cosas de forma más regular y estructurada.

 Sus características más destacadas:

  • Falta de atención hacia los detalles y aparición de errores por descuido e imprudencia.
  • Distracción fácil.
  • Desorganización, dejadez y suciedad
  • Descuido con los materiales escolares y olvido de apuntar los deberes o las tareas escolares.
  • Dificultad para terminar los trabajos escolares y los deberes.
  • Dificultad para escuchar.
  • Dificultad para llevar a cabo órdenes múltiples de los adultos.
  • Impulsividad en las contestaciones cuando no se le pregunta.
  • Reacción temperamental cuando siente frustración, maltrato o injusticia. (Se siente altamente amenazado por un ambiente hostil y crítico)
  • Impaciencia.
  • Impulsividad para interrumpir o se entrometerse en conversaciones.
  • Puede utilizar la burla o la sorna, cuando se siente altamente presionado.
  • Desarrollo de hábitos reactivos para defenderse.
  • Tensión muscular, emocional que refuerza su desatención y su desajuste.
  • Actitud apática
  • Necesidad de molestar e incomodar (mecanismo defensivo de liberación tensional: yo estoy mal, tú estás mal, aparente bienestar)

Un adolescente déficit de atención no es consciente de que, lo que hace, lo hace mal. Se siente irritado y frustrado. Se siente herido y maltratado. Sufre un cuadro de estrés ante la demanda y el rechazo que recibe del mundo adulto. Se siente incomprendido e indefenso.

Necesita orientación, disciplina flexible y sobre todo mucha comprensión.

Apoyar a un adolescente déficit de atención es empatizar con su realidad perceptiva. No vive la realidad como la vive el mundo adulto o “normalizado”.  Se encoleriza, porque está abrumado, cansado y con una tensión de insatisfacción vital. Muchas de las reacciones irascibles del adolescente desatento tienen que ver con respuesta depresivas por sobrecarga emotiva.

 Elementos importantes para reconstituir la afectación del adolescente desatento

  •  Crear un ambiente acogedor y afectivo: afectividad incondicional. ¿Difícil? Si, pero necesaria. Aparecerá por tanto la estructura vincular del afecto incondicionado. Te escucho, te siento, te miro y te quiero, con independencia de “lo que hagas”, “digan que hagas” o “sienta que debes hacer…” ES decir, querer no está relacionado con qué el adolescente sea capaz de… Es más, “no ser capaz”, es una deficiencia que tiene que ser abordada desde la ayuda y el apoyo. Para superar dicha deficiencia tenemos que utilizar afecto, comprensión y disciplina guiada y valorada.
  •  Modificar  la exoestima (valor social que se le ha asignado) y la autoestima (valor y consideración hacia sí mismo) tan distorsionada y negativa que el niño ha ido adquiriendo. La exoestima negativa produce inseguridad, indefensión y tensión interior y la autoestima negativa produce tristeza, abatimiento y desmotivación para la acción.  Para ello hemos de ver a nuestro hijo como un niño con necesidad de ayuda y orientación (está perdido, dolido y enfadado). Debemos mostrarle confianza en sus recursos y en su capacidad para superar sus errores.
  • Alianza con el hijo adolescente, siempre. Los padres y educadores deben ser sus aliados, no sus adversarios. Si uno de los dos grupos no lo son, el otro debe escuchar con sentido común lo que es más necesario para el adolescente. Es decir, el chico debe sentirse respaldado y apoyado para conseguir el propósito que se le exige o demanda. Las críticas, censuras o desprecios constituyen un potente bloqueador de la capacidad potencial del adolescente.
  • Utilizar una disciplina flexible, clara y consensuada. La disciplina debe entenderse como una estructura de apoyo para el adolescente. Una guía para ir construyendo un estado armónico que le vaya dando una forma a su competencia y capacidad perceptiva y conductual. El primero que desconoce cómo hacer las cosas y que, además, presenta una alta incapacidad para mantener un guión organizado es él. No se puede exigir que aparezca una pauta conductual si no se tiene una estructura interiorizada clara.
  • Utilizar una alta dosis de comprensión. Admitir el error, el fallo de atención como una realidad en su forma de hacer las cosas, tanto de integrar la información y de ejecutar las conductas. Admitir igualmente el desajuste emocional que ha ido adquiriendo, para poder operar de forma útil en su equilibrio futuro.

 

 

¡LOS ADOLESCENTES DESATENTOS SON LOS PRIMEROS QUE QUIEREN SENTIRSE CAPACES DE RESPONDER A LO QUE SE LES DEMANDA. PERO SE SIENTE INCOMPETENTES!

 

Los adultos, padres y educadores se sienten altamente impotentes con muchos de los comportamientos de los chicos/as desatentos/as. En muchas ocasiones, las reacciones de los hijos activan frustración e insatisfacción que se les transmite en formato de rechazo, desconfianza o ira.

Cuando queramos modelar la conductas de los/as jóvenes con desatención, tenemos que implicarnos en un proceso de cambio interior, donde la aceptación, la comprensión y la confianza son los aliados para la acción.

  • Aceptación de lo que vemos, aceptando lo que sentimos, para poder sentir comprensión del proceso aceptado. A medida que esto vaya conformándose, surgirá una sensación interior de confianza que proyectaremos en el vínculo educativo.
  • No es sencillo, pero se puede lograr. Cada vez que algo nos incomode del joven, invirtamos un tiempo en acomodar nuestra forma de verlo. Después, actuemos.

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